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RESEÑA:
¿Existe, acaso, una mejor manera de contar la propia vida que hacerlo una vez que ha concluido? Esta es la hazaña de Yuri Miri (autora japonesa contemporánea que ganó un importante premio por esta misma novela), que elige como narrador protagonista a Kazu, un hombre que a los 67 años se convierte, sin quererlo, en un " sin techo" y comienza a vivir en el Parque de la estación de Ueno, lugar desde el que ahora su alma nos cuenta una triste y muy conmovedora historia. Al igual que sucede con muchas familias de los suburbios, en las que alguno de sus integrantes debe migrar obligatoriamente a Tokio en busca de trabajo, la familia de este hombre, casado y con dos hijos, a quienes veía muy pocas veces al año, termina desintegrada:
"Después de casarme, estuve trabajando lejos de casa durante treinta y siete años, y su cuento los días que realmente pasé con Setsuko durante ese tiempo, creo que no llegarían a un año."
Así, Tokio, estación de Ueno es una novela desgarradora, que no da tiempo a llorar a mares, es cierto, pero que tampoco puede dejar de leerse con un constante nudo en la garganta. Debido a la situación desgraciada del protagonista, que no es sino un ejemplo de lo que les ocurre a muchas de las personas que sobreviven en una ciudad como Tokio, expuestos a una constante vulnerabilidad social y económica, el lector experimenta, de forma constante, una compasión extrema:
"Ser pobre era el mayor de los crímenes. Y el castigo por ese crimen era ser pobre. Antes de que uno pudiera redimir su culpa volvía a cometer un nuevo crimen, y así estábamos, en un círculo vicioso del que sólo se podía escapar dejando de ser pobre".
Otra temática recurrente es la reflexión sobre la vida y la muerte y sobre el paso (y el peso) del tiempo y los recuerdos:
"No hubo ningún trabajo al que no supiera acostumbrarme, cumplí con mis obligaciones en cada uno de ellos, pero vivir era algo diferente. No supe cómo adaptarme. Ni al sufrimiento, ni a las penas, ni a la alegría".
" A cada uno de nosotros nos toca cargar con una cantidad inconmensurable de tiempo, casi insostenible, y con ese peso vivimos, y con ese peso morimos".
Por otra parte, abundan los fragmentos en los que se cuenta la historia de Japón a través de un personaje verdaderamente original y pintoresco, un hombre sin techo que era extremadamente culto, y también hay muchos pasajes sobre el budismo como tradición central del país nipón.
Finalmente, como en el cine de Wim Wenders (que sería sin dudas el indicado para una posible versión cinematográfica de esta novela), la belleza poética del lenguaje que utiliza su narrador, plena de descripciones sobre el paisaje y la naturaleza, le aporta un valor literario inconmensurable.