RESEÑA:
Tiempo sin lluvia narra, con presteza pero sin ningún apuro, un día en la vida familiar de Gareth y Kate, un matrimonio con un hijo adolescente y una niña pequeña que viven en (y del) el campo, en Gales.
A raíz del extravío de una de sus vacas, el protagonista recorre la granja buscando el animal a la vez que se ocupa de sus quehaceres diarios pero con una preocupación acaso mayor, más bien existencial: ¿el tipo de vida que eligió para su familia es realmente lo que su familia desea? ¿Qué sucede con el amor de pareja en un contexto que suele volverse muy adverso?
"Comió solo. Kate no lo había ayudado con el ternero. Estaba ofendido porque él le había gritado, y eso lo ponía triste. No estaba triste por eso exactamente, y no había sido para tanto. Pero sentía esa tristeza que se siente cuando lastimamos a un animal más débil. Le daba pena ser más fuerte que ella".
De este modo, el destino versus la elección del modo de vida de los seres humanos es uno de los tópicos más importantes que se desarrollan ampliamente en esta ópera prima del escritor galés.
Sin embargo, la escasez de lluvias, que representa, como en cualquier comunidad rural, un problema grave porque condiciona absolutamente el modo de vida de los campesinos que viven de sus cultivos, no es el único obstáculo. Nada hay de bucólico en el entorno que rodea a estos personajes; por el contrario, la naturaleza se muestra feroz, implacable y capaz de suscitar tanta vida como muerte.
Al igual que el título elegido por Jones, sencillo y contundente, es la prosa que utiliza el narrador, que alterna el tiempo presente con el pasado y el futuro, gracias a lo cual los lectores podemos husmear en acontecimientos ocurridos que nos dan pistas para entender la importancia de los, aparentemente simples, sucesos que se condensan de forma magistral en el relato.
Tiempo sin lluvia es ideal para leer de una sentada por su brevedad y contundencia. Para regalar y regalarse literatura de la buena.
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