RESEÑA:
"Antes de conocer a No, creía que la violencia estaba en los gritos, en los golpes, la guerra y la sangre. Ahora sé que la violencia también está en el silencio, que a veces es invisible a simple vista..."
Lou Bertignac es una adolescente de trece años, de clase media, con un coeficiente intelectual muy alto, debido a lo cual está dos cursos adelantada en la secundaria. Vive con su madre, que sufre una fuerte depresión (no vamos a spoilear la causa...) y su padre, un hombre que hace lo imposible porque su familia esté bien.
Un día conoce a No, una chica de dieciocho años que vive en la calle, con quien termina encariñándose, hasta el punto de proponerle a sus padres hospedarla un tiempo en su casa. Así, esta nueva integrante de la familia va ganándose, de a poco, el cariño de todos, especialmente el de la madre de Lou, que empieza a recuperar su deseo de vivir.
Muy de a poco, No comienza a develar los detalles de una infancia durísima y recibe la atención y ayuda necesaria de la familia, sin embargo, aunque todo parecía "funcionar", se suceden una serie de episodios que los padres de Lou, más allá de su buena voluntad, no pueden manejar y deciden pedirle que se vaya. Pero Lou no puede aceptar que su amiga vuelva a la calle y con la ayuda de Lucas (un personaje entrañable que iremos conociendo de a poco también), tratará de resolverlo, pero ...
En esta novela magnífica, la soledad, el vacío y el abandono son retratados con respeto pero sin anestesia. La mirada de la joven-adulta Lou es inmensamente humana, su sentido de la realidad social y su enorme solidaridad y compromiso conmueven hasta las lágrimas.
“Yo pensé que si cada persona recogiera a un sin techo, si cada uno de nosotros decidiera ocuparse de una persona, una sola, ayudarla, acompañarla, quizás habría menos en las calles...”
De tan sincera, la prosa se vuelve casi un tratado sobre la vida de la gente sin hogar en París, sin hogar y sin amor que, aunque busquen desesperadamente la aceptación y el cariño de un otro/a, nada parece alcanzar, nada parece suficiente cuando de borrar las huellas de un pasado doloroso se trata.
“Somos capaces de erigir rascacielos de seiscientos metros, de construir hoteles submarinos e islas artificiales en forma de palmera, somos capaces de inventar materiales de construcción ”inteligentes” que absorben la polución atmosférica orgánica e inorgánica... Somos capaces de permitir que haya gente viviendo justo en el borde de la carretera...”
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