RESEÑA:
Las lealtades es una novela impactante, durísima, que vincula la vida de cuatro personajes, en capítulos que se titulan con sus nombres de pila y que, al intercarlarse en el relato, ofrecen distintos puntos de vista sobre un mismo hecho: la adicción al alcohol y su génesis en un niño de doce años.
Por un lado, tenemos a Helene, una maestra que, por su dura infancia (era golpeada por su padre ante la mirada indiferente de su madre) descubre que Theo, (el gran protagonista), un estudiante de doce años que asiste a uno de sus cursos, tiene graves problemas familiares (sus padres están divorciados desde que él era chico, no se dirigen la palabra y el niño pasa un semana entera con su padre que está desocupado y sumido en una gran depresión, y otra con su madre, cuyo odio por su ex marido la enceguece y debilita completamente) que repercuten en su rendimiento físico y psíquico. Por otra parte, está Mathis, el mejor (y único) amigo de Theo, con quien se emborracha en el colegio hasta que su madre, Cecile, lo descubre, casi al mismo tiempo que se encuentra, de casualidad, con un oscuro secreto de su marido (con el que lleva veinte años casada) y que le cuenta todo a su terapeuta. Pero Mathis no es Theo, y el inmenso amor que siente por su amigo (a lo que la autora llama "lealtades") le hace dar cuenta de que Theo está en peligro y entonces se debate entre contar lo que sabe para ayudarlo o mentir para protegerlo...
De lectura imprescindible, Las lealtades ofrece una mirada sobre la violencia y el consumo en una sociedad que no parece interesada por contener a sus miembros más débiles, más desamparados.
Y es, en definitiva, una descripción implacable y nada condescendiente de la génesis de la adicción, que comienza a una edad demasiado temprana y, por ello mismo, si no es detectada y tratada a tiempo, puede desencadenar en una tragedia.
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