RESEÑA:
Todos los habitantes de Westerwald, una pequeña comarca alemana circundada por el bosque Uhlheck, viven sus vidas armoniosamente hasta que un hecho, que coincide exactamente con el título de esta novela, altera su cotidianeidad. Se trata de un presagio funesto, pero del que nadie se atreve a dudar y que deja a los vecinos sumidos en una gran tristeza y altera sus vidas simples con la contundencia de un huracán: cuando Selma sueña con un okapi, un animal exótico si los hay, que se posa al lado de ella en el medio del bosque, alguien morirá en las próximas veinticuatro horas.
“Selma tuvo que cerrar los ojos para poder gritar esa frase, una frase que nadie debería gritar jamás porque es demasiado escandalosa incluso susurrada”.
Selma es la abuela de Luise, la voz narradora de esta historia que comienza cuando ella es solo una niña de diez años y, tristemente, le toca padecer, en primera persona, las consecuencias de este nuevo presagio (el cuarto en la historia del pueblito, pero el primero en la vida de Luise) que la marcará indefectiblemente. A partir de allí, los lectores y lectoras acompañaremos a la protagonista a lo largo de casi 20 años y seguiremos, junto a ella, Selma (quien además representa para la chica una figura materna que la acompaña a lo largo de casi toda su vida), el óptico y otros personajes entrañables su transformación de niña en mujer y, con ella, la del pueblo todo, que ya no es el mismo después de la tragedia ocurrida…
A tono con una serie de valores más orientales que occidentales (la segunda parte de la novela dará cuenta de la razón de ello), basados en la importancia de la naturaleza y de la relación de los hombres y mujeres con su entorno, con los animales y, por supuesto, con ellos y ellas mismas, la historia transita por momentos difíciles y dolorosos (como en la vida misma), pero que los lectores podrán sortear perfectamente y salir, incluso, fortalecidos. Y es que en este pueblo no todo es perfecto, claro: hay padres y madres que no son, precisamente, ejemplares y hay, en su lugar, tíos, abuelos y vecinos que, sin embargo, cumplirán ese rol a la perfección; hay secretos y hay confesiones y hay, por sobre todas las cosas, valores que están por encima de todo: amor, perdón, compasión, amistad, ternura, solidaridad.
A la manera de los relatos de García Márquez, en los que la superstición cobra una importancia tan cabal que convive codo a codo con la realidad, los personajes de esta historia -seres absolutamente sensibles, nobles, entrañables y bondadosos - hacen de este pueblito un lugar donde el lector se alojará plácidamente y se sentirá abrazado por todos ellos.
PD: Háganse el favor de leerla la van a adorar.