RESEÑA:
Alba Donati, reconocida poeta y activista cultural italiana, escribe esta, su primera novela, con el objetivo de narrar, entre otras cosas, las circunstancias en que decidió abrir una librería en Lucignana, un pueblo en la Toscana de tan solo 180 habitantes.
La librería Sopra la Penna se fundó en diciembre de 2019. En enero de 2020 sufrió un incendio (sus causas aún se desconocen) y en marzo de ese mismo año, con la enorme ayuda de la comunidad de vecinos de Lucignana (además de libros y fondos económicos que le fueron donados a la librería), se reabrió.
"Estoy convencida de que en los pueblos la memoria se conserva más tiempo porque nuestros actos se quedan atrapados en las piedras, la tierra y el bosque".
Una de las particularidades de este local es que su mentora, además de libros, ofrece souvenirs literarios: desde calendarios ilustrados con frases de poetas reconocidos hasta medias bordadas con personajes literarios famosos, pasando por la especialidad de la casa: "mermeladas literarias", dulces caseros inspirados en escritoras de todo el mundo.
“Hoy es sábado, hará sol y a la cabaña seguramente vendrá un nutrido de lectores, transeúntes de las historias y peregrinos de la palabra…”. “(…) Buscan historias y no les importa quién las ha escrito; historias para distraerse, para identificarse con sus protagonistas, para huir de la realidad…”.
La protagonista de esta historia cuenta, en formato de un diario personal que se inicia en enero y culmina en junio, cómo fueron los comienzos de la librería (desde que la idea fue germinando en la mente de la futura librera) y todas las peripecias que este lugar soñado (ubicado sobre una colina y rodeado de un bellísimo jardín) debió atravesar, incluyendo, por supuesto, la pandemia del COVID (que, si bien no afectó a los escasos habitantes del pueblito, fue un obstáculo durante cierto tiempo para los concurrentes externos a este paraje bucólico). Pero además, esta bellísima novela parece ser un pretexto para que Donati haga uso de un género que parece sentarle muy bien: la autobiografía, ya que, aunque sin detalles extremos sino más bien a modo de pinceladas, los lectores y lectoras conoceremos la historia de su familia (una madre de más de 100 años y un padre vivos aún, su marido y su hija).
“La librería en la colina” es un texto sin desperdicio y para leer con lápiz y papel a mano porque la narradora, además de culminar cada día de su diario con la lista de los pedidos de la jornada, habla constantemente tanto sobre la obra de numerosos escritores y escritoras como sobre la vida de muchos/as de ellos/as.