Arvid Jansen, el narrador protagonista de esta historia, es un escritor noruego de 38 años que intenta avanzar en una novela, trabajo para el cual ha sido becado. Sin embargo, su vida actual está atravesada por dos circunstancias dolorosas recientes, que lo han destruido psíquicamente: el abandono de su mujer, Turid, con quien tiene tres niñas pequeñas y, poco más de un año antes, la muerte de su padre, su madre y dos de sus hermanos, como consecuencia del incendio del ferry en el que viajaban todos ellos.
Aunque los motivos de su separación no son del todo claros, Arvid encuentra, sin querer, una carta a medio terminar escrita por su (ahora ex)mujer, en la que le confesaba que ya no estaba enamorada de él (fechada una semana antes de la tragedia del ferry) y esto le agrega, por si fuera poco, un nuevo pesar, una nueva carga.
"Sabía que eso lo sellaría todo, ya no había vuelta atrás, todo había cambiado para siempre, parecía extraño, radical, un desequilibrio temporal, como si el suelo, toda la habitación, se inclinara hacia la puerta por la que ella había salido por última vez".
Arvid es, entonces, un hombre roto, desmotivado e incapaz de hacer algo con su dolor: no logra relacionarse del todo bien con sus hijas porque está perdido, no puede dormir en su cama y entonces se ve obligado a vagar sin rumbo en su auto por la ciudad, o a entrar y salir de los bares, la mayor parte de las veces borracho y acompañado de mujeres a las que no puede entregarse:
" (...). Me gustaba, me parecía guapa de todas las formas posibles, es verdad, era amable, buena, eso se veía, y me hubiera venido bien que alguien me recogiera y me cuidara, que alguien me metiera en una bolsa de viaje y me llevara de visita, o de excursión, a lugares junto al mar, al viento, porque hacía mucho que nadie me trataba bien..."
Hombres en mi situación, escrita por el autor de la espléndida Salir a robar caballos, es la historia de un peregrinaje sin fin por la ciudad de Oslo, de un hombre que, a pesar de estar moviéndose constantemente, no puede salir del lugar de dolor y aunque algunas personas intentan ayudarlo, ya que logran percibir claramente su congoja, Jansen oscila entre la supervivencia y la autodestrucción.