RESEÑA:
Verónica Raimo, escritora italiana contemporánea, logra algo que no es nada sencillo: contar su propia historia familiar, llena de particularidades, de manera inteligente y, sobre todas las cosas, divertida. Hija de madre y padre controladores, hipocondríacos y demasiado sobreprotectores, la escritora proclama, desde el inicio de su narración que cuando en una familia nace un escritor, esa familia está acabada.
(Nota de color: el hecho de que ambos hermanos, por otra parte, se hayan convertido en escritores, parece demostrar la famosa "hemos caído en la paradoja" , expresión a la que su padre recurría habitualmente para tratar de explicar casi cualquier cosa).
Con un humor delicioso y perspicaz, Raimo intercala su vida profesional actual con anécdotas de su infancia y juventud. Vivía en Roma con su familia, en un extraño piso de departamento que su padre había subdividido con tabiques de madera y que daba un aspecto tan extraño como original. Allí, ella y su hermano pasaban los veranos encerrados, rodeados de libros pero sin poder salir a jugar con sus amigos. Luego, en su adolescencia durante los 90', no recibían ningún tipo de educación sexual (su madre estaba en contra de ello) por lo que se ve forzada a consultar asiduamente a una ginecóloga a escondidas y también a huir de su casa en varias oportunidades, ya sea con sus amigas o tras algún novio...
" Mi hermano y yo teníamos que estarles muy agradecidos a nuestros amigos: salir con nosotros significaba aguantar llamadas de mi madre a cualquier hora del día y de la noche. No solo llamaba a cualquiera que tuviera la más tenue relación con sus hijos para supervisar constantemente su permanencia en la tierra, sino que, tras recibir noticias nuestras, hacía también una segunda ronda de llamadas para agradecerles su cooperación y asegurarles que todo había acabado resolviéndose bien".
Finalmente, el exquisito humor con el que está escrita cada línea de esta premiada novela, pareciera redimir a los padres de la autora o bien ayudar a la catarsis, de manera de poder sanar las heridas (los traumas) de una infancia que, claramente, no ha sido fácil y ha dejado secuelas en la adultez: la decisión de la escritora de no tener hijos y/o de no sacar la licencia de conducir.
Para los lectores, por otra parte, es un placer la lectura de este libro tan divertido, inteligente e ingenioso.